Venezuela: Two images of the same reality

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Venezuela is under armed fire. Crime kills freely, and the State proposes useless measures to contain it without any success in 14 years (nearly 3 lustrums).

79 murders per 100,000 inhabitants per year. Were approximately 24,763 deaths due to violence in the year 2013 and the Minister of Interior and Justice says he is satisfied that crime has dropped.

If you want to undestand what is happening there, you should see this video from Youtube, in which we can see the nervous laughs, almost stupid, of Mr Izarra, Minister of Communications and Information at the time, when an investigative journalist gives and explains killings data in the country. The video is from 2010.

Today everything stays the same! However, some Venezuelan cartoonists, as Rayma, from El Universal, have managed perfectly to reflect the situation.

Por todas las Mónicas y Henrys que han muerto en Venezuela.

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Hace unos meses escribí un post sobre el asesinato del hijo de un amigo
en Venezuela. Allí dije que

The Venezuelan dictatorship doesn’t need to get their hands dirty by shooting dissidents. That job has been left to common crime that has made life in Venezuela on a continuous Russian roulette.

A continuación transcribo algo que leí en Facebook con relación a otra muerte que enluta en primer lugar a dos familias que no tenían porque sufrir esta tragedia y en segundo lugar mancha aún más a mi querido país, haciendo público y notorio lo que sucede en Venezuela; que  la vida no vale nada y nuestros gobernantes son incapaces de protegernos. Yo sigo pensando que el temor a la violencia gratuita es un arma que beneficia a la revolución bolivariana, sin que se les pueda acusar directamente de asesinar a sus adversarios como si se puede hacer con los regímenes satlinistas, maoistas y castristas tradicionales y actualmente con el régimen norcoreano.

El texto que transcribo es escrito por Boris Munoz, venezolano, profesor en la universidad de Harvard:

Siento profundamente la muerte de Mónica Spears y Henry Berry, así como la orfandad en que queda su hija. Me duele en el alma el dolor de Tom y Carol Berry, amigos que dejaron su natal Inglaterra para adoptar a Venezuela. Los Berry son de esos venezolanos admirables. Tom es un matemático brillante que ha dado clases toda la vida en la USB y Carol es la persona más buena del mundo -lo digo sin exagerar-, una introvertida maestra pero valiente ciudadana, que decidió ayudar a cambiar al país desde la célula más pequeña, la organización vecinal. Ambos lo han dado todo por educar a las nuevas generaciones. Y digo que son venezolanos porque cuando uno deja su país de origen para adoptar otro, se hace tan nacional como cualquier oriundo. El país les paga arrebatándoles miserablemente lo que más aman. Conocí a Henry, un joven apuesto, alegre y carismático, que amaba a Venezuela y la conocía más que casi nadie. No conocí a Mónica, pero solo escuché de ella cosas simpáticas. No me quedó duda de que no era una diva promedio, sino una chica sencilla y echada para adelante. Comparto este pesar con sus familiares. Ruego por el bienestar de su hija y pienso en ellos como el emblema de todo lo que anda mal y debe cambiar en Venezuela. Que el luto se transforme en indignación, la indignación en organización, la organización en acción, la acción en rebeldía, la rebeldía en fuerza, la fuerza en cambio.

Si quiere saber más sobre la tragedia que vive Venezuela, puede leer el artículo de Boris Muñoz “El país de sálvese quien pueda“.

Paz a los restos de Mónica Spear y de Henry Berry y de todos los Henry y Mónicas que han muerto a manos del hampa en estos años de guerra civil declarada por una delincuencia protegida por el gobierno.